Macu

Acudimos mi sobrina Valentina (9 años) y yo (taitantos) al taller de Lydia sobre “Las Buenas Malas hierbas”. Sólo entrar y ver la preparación, el tipo de material y la suave música que sonaba de fondo, respiramos naturaleza, tranquilidad y una sensación muy agradable.
Nunca habíamos pintado en acuarela, pero Lydia lo hizo tan fácil y sencillo que ahí nos lanzamos las dos con el lápiz primero y los pinceles después. Para ella, no hay trazo malo, siempre encuentra la belleza en cualquier línea o curva que dibujas en el papel (por cierto, magnífico papel).
Resultado final: nos quedamos con ganas de volver y volver. Y volveremos a respirar arte y bienestar.