Postal para Ricardo Reis

Me he presentado al 4º Concurso de Microrrelato Postal Diputación de Huesca, Visiona y Fundación Escritura(s). Y es que, aunque el dibujo siempre ha estado en mi corazón, también lo ha estado la escritura. Durante muchos años escribí mucho, llenaba hojas y hojas… y como siempre, pues pasa algo, lo que sea, y todo se va diluyendo hasta que parece que ya no es parte de ti.

Pero, desde que decidí volver a mí, reencontrarme donde más me gustaba estar, escribir estaba apuntado en la lista. Y surgió este concurso y me lancé, totalmente oxidada, a él.

Se trata de escribir una postal a alguien e ilustrarla con una imagen, cómo no iba a presentarme, ¡si une las dos cosas que más me gustan! Esos días estaba leyendo “Un disfraz equivocado” un recopilatorio de poemas de Pessoa, ilustrado por Adolfo Serra (creo que le dedicaré una entrada de blog también), allí descubrí algo que conocía hace años “Ven a sentarte conmigo, Lidia, a la orilla del río”, está firmado por Ricardo Reis, uno de los heterónimos de Fernando Pessoa. Y lo vi claro, tenía que contestarle.

Así que aquí os dejo mi postal… ¡espero que os guste!

Hola Ricardo, te escribo, ya sabes, por cuando lo de no rozarnos lo llevaste un poco lejos. Bien podrías haberme ayudado cuando me atraganté con el caramelo. Mientras el río era solo río y cogíamos flores para dejar en mi regazo… muertas para nada más que la belleza de verlas posadas sobre el vestido… Ahí fue, tú diciéndome que mejor no creer en nada y yo tosiendo y tosiendo, ya con el óbolo preparado para el barquero y tu venga a ver discurrir el río.


Ay Ricardo, que al final ni envidia ni desasosiego, que no me rozaste ni para intentar salvarme. Pero supongo que para ti la vida era un lienzo de otro autor, algo que mirar desde la ventana y allí me dejaste, más azul y secándome junto con las flores.


Sé que la vida a veces es así, transitando entre poesía y atragantarse, mucha flor y poco aroma. Así que en realidad te escribo para decirte que te perdono R. Quizá yo, tampoco te habría rozado.


Lidia

Si tenéis curiosidad por el poema, os lo dejo aquí:

 

Ven a sentarte conmigo, Lidia, a la orilla del río
Ricardo Reis


Ven a sentarte conmigo, Lidia
a la orilla del río.
Con sosiego miremos su curso
y aprendamos que la vida pasa,
y no estamos cogidos de la mano.
(Enlacemos las manos.)

Pensemos después, niños adultos,
que la vida pasa y no se queda,
nada deja y nunca regresa,
va hacia un mar muy lejano,
hacia el pie del Hado,
más lejos que los dioses.

Desenlacemos las manos,
que no vale la pena cansarnos.
Ya gocemos, ya no gocemos,
pasamos como el río.
Más vale que sepamos pasar
silenciosamente y sin desasosiegos.

Sin amores, ni odios, ni pasiones
que levanten la voz,
ni envidias que hagan a los ojos
moverse demasiado,
ni cuidados, porque si los tuviese
el río también correría,
y siempre acabaría en el mar.

Amémonos tranquilamente,
pensando que podríamos,
si quisiéramos,
cambiar besos y abrazos y caricias,
mas que más vale estar sentados
el uno junto al otro
oyendo correr al río y viéndolo.

Cojamos flores, cógelas tú y déjalas
en tu regazo, y que su perfume suavice
este momento en que sosegadamente
no creemos en nada,
paganos inocentes de la decadencia.

Por lo menos, si yo fuera sombra antes,
te acordarás de mí
sin que mi recuerdo te queme
o te hiera o te mueva,
porque nunca enlazamos las manos,
ni nos besamos
ni fuimos más que niños.

Y si antes que yo llevases el óbolo
al barquero sombrío,
no sufriré cuando de ti me acuerde,
a mi memoria has de ser suave
recordándote así, a la orilla del río,
pagana triste y con flores en el regazo.

Deja un comentario

cinco × 2 =