Pez de compañía

El otro día soñé que estaba sentada en una cafetería y, sobre mi regazo, levitaba, nadando en oxígeno, mi pez.

No tenía nombre creo, pero me acompañaba relajadamente allí donde yo iba. Recuerdo que tenía pelo, suave y corto y que yo lo trataba con delicadeza para que no se asustara.

Me gustó tener un pez de compañía.